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El valor de lo inútil

Por Claudia Aragón, directora de marketing, admisión y experiencia en Universidad Finis Terrae - #SoyPromociona

Por: Claudia Aragón, directora de marketing, admisión y experiencia en Universidad Finis Terrae - #SoyPromociona | Publicado: Viernes 3 de mayo de 2024 a las 10:00 hrs.
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Claudia Aragón, directora de marketing, admisión y experiencia en Universidad Finis Terrae - #SoyPromociona

Aunque pueda parecer que las artes y las humanidades están alejadas de la práctica de muchas profesiones y, por lo mismo, no debieran considerarse mayormente en la formación universitaria, en realidad, debe entenderse que ellas son fundamentales para el desarrollo de la reflexión crítica, del pensamiento creativo y para dotar de nuevas miradas y perspectivas el análisis de los problemas que enfrentamos como sociedad.

La mejor formación de habilidades intelectuales complejas es precisamente la que aportan los saberes inútiles o liberales, es decir, aquellos verdaderamente universitarios por cuanto buscan la formación de un estudiante sin tomar en consideración la “utilidad” de dichos saberes.

En ese sentido, parece darse una paradoja entre el valor que se le asigna a estas disciplinas como vehículos para la formación de personas más cultas y no solo de profesionales capaces de cumplir con los estándares que hoy pide el mercado, y la caída en el interés por estudiarlas o por incorporarlas en los planes de estudio, así como por promover su desarrollo desde el ámbito de las políticas públicas.

Dos tendencias simultáneas caracterizan la expansión del conocimiento en nuestra sociedad contemporánea: la primera es la hiper-especialización, o sea, una concentración de la formación en cuestiones cada vez más precisas y más técnicas; y la segunda es la necesidad cada vez mayor de recurrir al juicio, facultad que debemos emplear cuando nos enfrentamos a dilemas que no pueden resolverse por la mera acumulación de datos o por cálculos racionales, y que precisamente cobra relevancia por esa gran cantidad de información que es necesario entender y procesar para la correcta toma de decisiones.

En el contexto anterior, la paradoja entonces está en que, si bien desde la academia pareciera existir cada vez más acuerdo en torno a la importancia formativa de las artes y de las humanidades, en este mundo “líquido”, en el que la inmediatez parece dominar, las habilidades que exige un mercado laboral cambiante son sobre todo prácticas y específicas, lo cual excluye aparentemente la necesidad de estas disciplinas.

En suma, el panorama no parece ser, lamentablemente, el más favorable para estos saberes inútiles. Cuando el valor de las universidades se centra únicamente en el nivel de empleabilidad y en los sueldos promedio de sus egresados, el espacio para ellas se reduce notablemente. Quizás valga la pena pensar si, en el contexto actual, donde las humanidades y la reflexión están en crisis, el valor de lo inútil, nos lleve a revalorar el aporte de las artes y de las humanidades.

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